12 de noviembre de 2010

Desbordas mi mundo sin pedir permiso
Y el tiempo pasa sin pedir permiso.
Son apenas unas horas y ha pasado mucho,
son apenas unas palabras y hemos dicho todo.
Miradas, sonidos.
Es ameno y agradable, es tiempo consumido como el jugo de alguna fruta dulce.
Es rico y con sentido.
Y los sentidos despiertan y no hay guerras.
Es retroalimentación de ideas despiertas,
como si amanecieran para ese preciso instante.


Y es un remolino lo que pronto gira,
las caras cambian y los gestos se atosigan.
Se van los ojos y con ellos el espíritu.
Se va la vida vaya uno a saber dónde.
Se van y vuelven y giran y se vuelven a ir.
Ya las frases brotan surrealistas.
Ya nada coincide. ya no existe lógica aparente...
a destiempo.
Consumido


Y a tu partida me quedo vacío,
vacío de espíritu, de lógica.
Me robaste las coordenadas,
se me perdieron los planos y el continente queda vacío, llano, arrasado.
Como si el paso de una guerra hubiera dejado todo destrozado.
Desparramado, perdido...


Y a tu vacío lo lleno con música, y no se llena
A tu vacío lo lleno con alimento, y no se sacia,
con lo único que logro olvidar del vacío que dejas en mi cuerpo, en mi espíritu, es con más vacío.
Inconsciente y subjetivo,
con un sueño en el nicho.
Dormido regresa mi instinto,
mi persona, mi mundo, con permiso.